
En relación a la pastilla anticonceptiva, está demostrado que los llamados descansos, es decir la interrupción en la toma sin que esta implique una búsqueda de la pareja de tener un hijo, son innecesarios y poco aconsejables.
Los fundamentos que avalan el mito del descanso cada 3, 6, 12 o más meses no encuentran razón científica alguna. Es más, estos pueden llegar a repercutir sobre las ventajas del método: pérdida del efecto anticonceptivo (en el período de "descanso" la mujer corre riesgo de quedar embarazada generando gran ansiedad en la pareja), atrasos menstruales (luego de la suspensión de la toma de pastillas puede existir un ligero retraso en la aparición de la siguiente menstruación).
A su vez, el descanso implica la pérdida de otros beneficios adicionales que posee la píldora ¿ además del anticonceptivo - que quizás demoren en volver a obtenerse nuevamente: regularizar el ciclo, disminuir los dolores menstruales, mejorar el control del acné, etc.
La actual minimización de la dosis hormonal en las píldoras permite que la antigua necesidad de interrumpir la toma diaria de este anticonceptivo oral se convierta en innecesaria.
La reducción de la carga hormonal implica no sólo la certeza de poder prevenir un embarazo no deseado por medio de la continuidad de utilización de la pastilla, sino que también asegura poder conservar todos los beneficios que el anticonceptivo provee.
Por lo dicho anteriormente, no existe razón médica por la que mujeres sanas deban efectuar algún tipo de "descanso".
Solamente debiera interrumpirse el tratamiento cuando la pareja desee un embarazo, o bien cuando el ginecólogo que controle periódicamente a la mujer, lo considere necesario.
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